El dinero no da la velocidad

El dinero no da la velocidad 

Ciclo de teatro amateur



POR PEDRO ZABALZA - Domingo, 9 de Junio de 2013 - Actualizado a las 05:10h
Obra: 'Dinero negro'. Autor: Ray Cooney. Compañía: Almadía Teatro. Dirección: Óscar Orzaiz. Intérpretes: Javier Chocarro, Raquel Aldaz, Jeser Zalba, Carol Vázquez, Ramón Satrústegui, Manolo Almagro, Julio Alonso. Lugar y fecha: Sala de Cámara de Baluarte, 2/06/2013. Público: Dos tercios de la sala.

ADEMÁS Almadía Teatro abre el Ciclo de Teatro Amateur que organiza Baluarte, y lo hace con una comedia de Ray Cooney. Un autor con el que repiten, después de que les fuera bien en su último montaje: Taxi (o Sálvese quien pueda, como también es conocida), probablemente la obra más conocida del autor británico. En Dinero negro, la pieza que presentan ahora, vuelven a ese universo de equívocos y de giros argumentales de pirueta y doble tirabuzón, casi siempre un tanto traídos por los pelos, pero que dejan la trama en un estado de agitación constante para mantener al espectador en vilo. Algo así como seguir pedaleando para evitar caerse de la bicicleta.

En Dinero negro, un humilde empleado de banca recibe el mejor regalo de cumpleaños de su vida: alguien sufre una confusión de maletas, se lleva la del bancario y le deja otra con seis millones de euros en su interior. Nuestro hombre siente que eso es una oportunidad que no puede desaprovechar, así que, al llegar a casa, encarga dos pasajes de avión y llama a un taxi para que le lleven al aeropuerto con su esposa, dispuesto a comenzar una nueva vida. Ya despachará a sus cuñados, invitados a cenar, con cualquier excusa. Claro que tendrá que lidiar con ellos, con un inspector de la brigada de estupefacientes, con otro de la de homicidios, con un terco taxista, y con la permanente amenaza de que los dueños del maletín aparezcan para llevarse lo que es suyo.

Dinero negro es pura farsa, un juego constante de entradas y salidas de personajes, de enredos y de equívocos, de personajes estereotipados de ideas fijas y de planes que se tuercen y hay que recomponer. Un terreno para el que hacen falta neumáticos rápidos, moverse mucho y no pensar demasiado: no es reflexión lo que se pretende, sino sorpresa. La dirección de Óscar Orzaiz ha buscado imprimirle a esta obra lo que necesita primariamente: velocidad. Y eso, desde luego, lo ha conseguido. Deprisa, va; lo que hace que funcionen las réplicas y las buenas situaciones de tensión que contiene la obra, como el cambio de maletines del final.

En cualquier caso, me viene a la memoria un anuncio de hace unos años, casualmente de neumáticos, cuyo eslogan hablaba de los problemas de tener potencia sin control. Potencia tenemos. Creo que algunos momentos ganarían con control: explorando algunas situaciones para sacarles más jugo, dándoles más matices a las interpretaciones (dentro de lo que permitan los personajes), modulando un tanto las reacciones y, especialmente, el volumen de la voz. Cuestiones que creo que enriquecerían el montaje a base de trabajo continuado, pero es que lo de enriquecerse con un maletín con seis millones solo pasa en las comedias.


vía Diario de Noticias

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